lunes, 6 de septiembre de 2010

I.Boreal

Hacía años que vivía así, y no recordaba (O no quería) muy bien que lo había llevado a esa vida, de todos modos su vida anterior era deamasiado lejana ahora, y a Alberto no le disgustaba en absoluto su vida actual, en su opinión, realmente no le faltaba nada.
Ese día Alberto despertó algo incómodo por la noche fría, con ese dolor al respirar y en los músculos de la espalda que queda siempre después de noches como esa. Encendió un cigarrillo sin filtro y se dispuso a ordenar su cama (Que a falta de mejores cuidados consistía en unas pocas cobijas y mantas raídas y sucias) para guardarla en un hueco entre la pared y una de las columnas que sostenían la habitación; rara vez alguien daba con su casa (Quizás nadie o no lo recordaba), pero "era mejor ser precavido," pensaba Alberto, después de todo no era sólo su cama, ni era sólo su casa, de no ser por seven jamás habría encontrado la entrada a su ahora casa, lugares como ese eran difíciles (Por no decir imposibles) de encontrar hoy en día.
A veces Alberto pensaba en su antigua vida, aunque no sin un poco de amargura, siempre había sentido que era demasiado lo que debía dar, y que era realmente poco lo que recibía a cambio, al menos eso sentía en relación a su juventud, que aunque aún tenía fuerzas sentía que su espíritu estaba mermado, mutilado de alguna manera, pero se decía a si mismo constantemente que entre todos había salido bien librado, como aquél que pierde un brazo pero aún conserva casi todo lo demás. Pensaba en sus padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo y el mundo en general y en lo que había visto en sus caras una vez que les había comunicado su gran descubrimiento, su plan maestro. Seguro se burlarían de él si le vieran ahora, quizás... realmente nunca se sabe, ahora le da lo mismo, piensa él, "de todos modos es casi seguro que están todos muertos," además, hacía tanto tiempo que no los veía que ya ni los recordaba. De cualquier manera, el perro había probado en más de una ocasión ser mejor compañero y amigo que cualquiera de ellos, al menos seven no le llenaba los oídos de peticiones, maliciosas críticas ni quejas y se mostraba siempre agradecido ante cualquier atención.
Hacía una mañana fría, con un cielo como brochazos de amarillo mostaza sobre un fondo lila y azul. Alberto subió a la azotea a terminar su cigarro. Un gato gris le miraba desde un techo vecino. "Buen día" musitó Alberto mientras hacía aros con el humo que salía de su boca, el gato asintió (O al menos eso le pareció a Alberto) gravemente y se perdió de vista. "Mamón", pensó Alberto para sus adentros, algo frustrado ante el hecho de que a su parecer, de entre todos los gatos del mundo le había tocado como vecino el más antipático. De todos modos no venía al caso y él no venía a eso, pero ya casi era hora. Bebió un sorbo de Whiskey de una taza para café y se sentó sobre un viejo tambo de gas. Comenzó a cantar y a tamborilear con los dedos lo que recordaba de una vieja canción:
...
Is this the only way out?
***** hold the gun steady
...
El espectáculo comenzaba puntual, comenzaba a calentarse la garganta y tenía un cigarrillo humeando en su mano izquierda, terminado eso podría empezar con sus labores, siempre le alegraba iniciar el día así. Tenía mucho que hacer y un largo día por delante.

1 comentario:

  1. No dejas de sorprenderme...
    Imagino a Alberto, y al gato y a los colores del amanecer.
    Me quedo con ganas de más.

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